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Un relojero especial marca el paso de los porteños

Se trata de un relojero oficial que marca el paso del tiempo de algunos edificios emblemáticos de la Ciudad. En esta nota te contamos los detalles.  Existen alrededor de 60 maquinas de reloj en la Ciudad. Solo una de ellas funciona de manera mecánica. El resto requiere de un relojero oficial.  El relojero oficial de estas maquinas se llama Javier Terenti y trabaja en el anonimato total del tiempo. Hace más de 10 años controla que las engranajes, brujes, ringas y péndulos funcionen correctamente.

Terenti tiene a su cargo la Torre Monumental de Retiro conocida como Torre de los Ingleses. Esta es la única que funciona mecánicamente en la Ciudad. El resto depende de las manos de Terenti.

Son los edificios más destacados de la Ciudad los que presentan en su arquitectura la incorporación de éste tipo de relojes, tales como los edificios públicos y algunas calles tradicionales o emblemáticas de la Ciudad.  Sin embargo el trabajo es complejo. Por tal motivo Terenti cuenta con la colaboración de Gonzalo Quiroga y Omar Galoppo.  El Palacio de Gobierno porteño, La Casa de la Cultura, El edificio Lezama, Las Iglesias de Pilar en Recoleta y Santa Felicitas en Barracas forman parte del itinerario de los relojes tradicionales que adornan sus estructuras. “Soy técnico electromecánico e ingresé para la reparación de los relojes Seiko que están en la vía pública. Con los años, y de la mano del maestro relojero Carlos Caserta, me especialicé en este tipo de relojes monumentales”, cuenta el relojero oficial de la Ciudad. “Es un trabajo artesanal ya que su funcionamiento es mecánico. Lo único eléctrico es el motor que le da cuerda al reloj” comenta Terenti.

El sistema del reloj se completa con tres pesas que cuelgan desde el séptimo piso. Una corresponde al carrillón, que suena cada 15 minutos. Otra, al reloj en sí, y hace funcionar el péndulo. La tercera es la que hace sonar la campana mayor cada hora.  Cada reloj suena sintonizadamente con el resto. A las 12 en punto la melodía del Big Ben de Londres resuena en los alrededores de Buenos Aires.  Son los mismos porteños quienes lo utilizan para programar en horario oficial sus relojes personales.  El reloj jamás de atrasa ni se adelanta. Marca los segundos correctamente y el paso del tiempo de los porteños mientras estos se apresuran con sus labores cotidianas.  Todos estos relojes forman parte de la estética porteña y del valor patrimonial de la Ciudad. Muchos de los 60 relojes distribuidos en las zonas mencionadas funcionan base de energía solar.