Amuletos-Contra-La-Mala-Suerte

SOBRE ALGUNOS TERMINOS TANGUEROS : Hoy: Yeta y Jettatore. 

A pocos días de la primavera del año 1931, Carlos Gardel grabó el tango de Rial y Barbieri “Preparate pa’l domingo” en el que asoma el término“yeta”.

“Preparate  pa’l domingo si querés cortar tu yeta; / tengo una rumbiada papa que pagará gran sport. / Me asegura mi datero que la corre un buen muñeca / y que paga, por lo menos, treinta y siete a ganador.”

La expresión “yeta”, no aparece registradas en ninguno de los primeros léxicos sobre el habla popular de Buenos Aires que se publicaron a fines del siglo XIX, ni en la literatura popular de esa época. Hasta donde pude averiguar, aparece registrada recién en 1915 en algunas publicaciones costumbristas, -por ejemplo en “los diálogos de compadritos” escritos por Ángel Villoldo en la revista Fray Mocho. El 1º de enero de 1915 encontramos el término “yettatura” y el 15 de octubre del mismo año la voz  “yeta”-. Luego, no es aventurado suponer, que la expresión pudo haber entrado en la parla arrabalera en los primeros años del siglo pasado, y que “¡Jettatore!”, el título de la primera obra de Gregorio de Laferrere, -estrenada por la compañía de Jerónimo Podestá en el Teatro de la Comedia el 30 de mayo de 1904-, haya colaborado a su difusión, dada la importancia que tuvo el teatro popular en la divulgación de los términos propios del lunfardo.

Gregorio de Laferrere  nació en Buenos Aires en 1867, hijo de padre francés, rico y hacendado y de madre argentina.

Muy joven viajó a Francia con su familia y, a la muerte de su padre, volvió a Buenos Aires para ocuparse de la administración de sus bienes y de comenzar una carrera política que lo llevó a ocupar, entre los años 1898 y 1908, una banca en el Congreso Nacional como diputado por el partido Nacional Independiente.

Si bien su infancia y juventud, y en general toda su vida –murió en esta ciudad en 1913-, coincide con los tiempos de la gestación del lunfardo en Buenos Aires, -los años de la primera gran inmigración hacia la Argentina-, seguramente no debe haber sido muy importante su vinculación con el medio social en el que el lunfardo se desarrolla.

Naturalmente por su origen en las capas sociales más encumbradas de la sociedad de principio de siglo, su contacto con el bajo pueblo que habitaba los arrabales de la ciudad y en cuyos dominios se extendió el lunfardos, parecen inciertos.

Luego, es curioso que le haya dado por título a su primera obra “Jettatore”, una voz que puede suponerse – luego se verá que no es así- propia del habla marginal de Buenos Aires y que él no conocía o, por lo menos, no utilizaba, el análisis de su obra literaria lo demuestra.

La respuesta la encuentro en las notas que el querido e inolvidable hombre de teatro y recordado cofrade de la Academia Porteña del Lunfardo, don Luis Ordaz, realizaba para el célebre ciclo radioteatral “Las dos carátulas” de Radio Nacional. Justamente en la que corresponde a la representación de esta obra de Laferrere dice Ordaz: “El autor , refiriéndose a Laferrere, escribe `¡Jettatore!’ como una ‘humorada y sin imaginarse –confiesa- que un día sería llevada a las tablas’. Advierte ‘que ella se origina en la lectura de una narración de Teófilo Gautier titulada ‘Jettatura’.”

Luego, el título “Jettatore” se debe al relato que lo inspiró, y no al propio conocimiento del vocabulario lunfardo que pudiera poseer Laferrere, en el que, por otra parte y como vimos, la expresión no era muy común para la época del estreno de la obra.

Existe en el en el repertorio de términos lunfardos, la voz “yeta” con el significado, según José Gobello en sus distintos diccionarios sobre el tema, de “influjo maléfico o suerte adversa”. Se originó como una suerte de aféresis de la voz dialectal meridional italiana incorporada ya al italiano general “jettatura: influjo maléfico”. Se trata, en rigor,  de un término del dialecto napolitano. El Dizionario dialettale napoletano de Antonio Altamura –Edit. Fausto Fiorentino, Napoles 1956-, registra: “Jettatura, mal de ojos, atractivo maléfico”. Y también: “Jëttatóre, hombre maléfico que con su presencia produce daño a los demás.”

Por lo tanto, y como conclusión, podemos decir que, en contra de lo que se cree comúnmente,  la voz “yeta”, con el sentido de mala suerte, no originó los términos “jettatore” ni “jettatura”, sino que por el contrario, fueron estos últimos, legítimas  voces de la lengua italiana, de ninguna manera lunfardismos, los que engendraron el término “yeta” y todos sus derivados “enyetar, yetar, yetado, yetadura, etc”, estos sí, auténticos lunfardismos, como que se trata de notorias creaciones populares, nacidas de voces inmigradas.

 

Eduardo Bernal